WILNUR RUDBERG: “OMAR ES LO MáS GRANDE QUE HA PASADO EN MI VIDA”

Wilnur Rudberg habla de su hijo, Omar Rudberg, que actuó en la serie de Netflix “Jóvenes altezas”, su experiencia como madre soltera y su pasión por la epigenética, la salud y el bienestar.

Hace un año tuve el privilegio de entrevistar a Omar Rudberg, el talentoso actor venezolano conocido por su papel de Simón en la aclamada serie “Jóvenes Altezas”. Durante nuestra charla, Omar se refirió a su madre, Wilnur, no solo como su fuente de inspiración, sino también como una hermana a la cual le puede confiar todo. Hoy, en su primera entrevista exclusiva con un medio impreso, Wilnur Rudberg nos abre su corazón para compartir las vivencias que han moldeado su vida: la epopeya de una mujer indomable que no solo ha perseguido sus sueños con determinación, sino también los de su hijo.

Wilnur nos relata los retos que ha superado: desde la tenacidad de ser madre soltera hasta el coraje de emigrar a Suecia, donde, junto a Omar —entonces apenas un niño de cinco años—, se reinventó para construir una destacada carrera como especialista en epigenética y nutrigenómica, tras años de liderar una prestigiosa academia de danza. La odisea de Wilnur Rudberg es, en esencia, un canto al amor incondicional hacia su hijo y hacia sí misma, un amor que hoy busca extender a todos aquellos que enfrentan la discriminación.

A los dieciséis años me fui a vivir a Caracas. Venía de una zona de clase media-baja y tenía muchas ganas de luchar, estudiar y ver el mundo. La capital ofrecía más oportunidades. Trabajé en todo lo que pude y salía con amigos, iba de viaje. Al regresar de un viaje en Semana Santa con unas amigas, llegué a la casa de mi tía donde vivía y encontré todas mis cosas empacadas. Ella me dijo: “Wilnur, tienes que recoger tus cosas y en este momento dejar la casa. Para ti, la vida no es nada más que fiestas y viajes. Tienes que pensar en ti, estudiar y crearte un futuro”. Aquella misma noche me fui a la casa de un amigo. Este evento me hizo comprender que tenía que tomar la vida más en serio.

¿Quiénes fueron sus referentes en la vida?

Siempre me inspiraron mi abuela y mi madre; las llamo “mis mujeres”. Ellas fueron mujeres que salieron adelante por sí solas y se esforzaron por ofrecer a sus hijos una vida estable.

¿Recuerda algunas frases de lo que le decían “sus mujeres”?

Cuando decidió mudarse de su pueblo a Caracas, ¿la apoyaron o hubo resistencia?

Conté con todo su apoyo. De hecho, mi madre estaba muy a favor de que buscara realizarme, que estudiara y me superara. Tanto mi mamá como mi abuela fueron verdaderas luchadoras.

¿También la apoyaron cuando decidió dejar su país para mudarse a Suecia?

Mi madre falleció antes de que tomara esa decisión, pero mi abuela me brindó su total apoyo. Además, siempre soñé con vivir en Europa. Nunca me sentí completamente identificada con la cultura latina, especialmente con esas normas rígidas que dictan qué hacer y pensar, con el machismo. De hecho, mi hijo Omar suele decirme, “¡Mamá, tú eres sueca!”, refiriéndose a mi manera europea de pensar. Siempre me he rebelado contra los estrictos roles de género y las expectativas sociales impuestas.

Es fascinante cómo a veces un sueño profundo y arraigado en nuestro interior puede llegar a definir el curso de nuestras vidas, impulsándonos a realizarlo casi como una necesidad.

Exacto, es como seguir un instinto.

Realizar estos sueños a menudo implica asumir grandes sacrificios. ¿Cuál ha sido el mayor sacrificio para usted?

Sin duda, el mayor sacrificio fue dejar a mi familia. Fue extremadamente duro separarme de mi abuela, mis tías y hermanos. Además, llevarme a Omar, que entonces tenía solo cinco años, y hacer que dejara atrás a su familia, su entorno y sus amigos, fue realmente fuerte. Ese ha sido el precio más alto, uno que nunca terminas de pagar completamente. A pesar de ello, hoy puedo afirmar que fue la mejor decisión de mi vida.

¿Por qué valió la pena?

No solo por lo que estas tierras me han brindado, sino también por el aprendizaje que he adquirido como ser humano, como mujer, como madre, amiga y hermana. Creo que es un gran tesoro que poseo y se lo debo a esta decisión que tomé hace 20 años.

¿Pero, finalmente, por qué decidió migrar a Suecia?

En Venezuela tenía una familia, un hogar, amistades, trabajo. Lo tenía todo, pero me faltaba el amor. Quería a alguien a mi lado, alguien que me ayudara a criar a mi hijo, alguien que estuviera ahí para mí. Encontré el amor, me casé y me mudé a Suecia.

¿Qué recuerdas de los primeros años como madre soltera de Omar?

Omar ha sido el pilar que me guía. Como ese ventilador que te impulsa con fuerza. Y ahora me emociono y me brotan las lágrimas porque estoy feliz de haber dado todo y más por él.

Cuando entrevisté a Omar el año pasado, él me dijo sobre usted: “La necesito y somos un equipo”.

Sí, Omar siempre ha sido este motor en mi vida. Para mí, siempre ha sido primero él, segundo él y tercero él. Siempre deseé tener un hijo y ser madre soltera ha sido... wow... creo que lo mejor que me ha pasado en la vida, lo más grande.

¿Si hoy pudiera hablar con la jóven Wilnur que acaba de ser madre de Omar, qué le diría?

Que la felicito, porque he creado a un ser, he educado a un ser que es feliz, que está bien, que en su interior está en paz. Eso es lo que siempre me propuse. Porque podemos vivir rodeados de oro y puedes caminar sobre alfombras de diamantes, pero si no tienes humildad, no estás bien contigo mismo.

Cuando llegamos a Suecia con su hijo, ¿cómo fue la llegada? ¿Qué fue lo difícil?

Emigrar fue algo que deseé y planifiqué, incluso con Omar, porque necesitaba hablarlo con él y tener su aprobación. De lo contrario, no lo habría hecho. Pero claro, fue muy difícil, porque es una cultura completamente diferente. No tener amigos, no conocer el idioma, todo eso fue muy duro. Además, no podía trabajar y durante unos años tuve que depender de mi esposo, y eso, como madre soltera que ha trabajado toda la vida desde que tenía 17 años, también fue un reto.

Tampoco debe haber sido fácil para Omar.

No tenía amiguitos, así que yo tenía que estar con él todo el tiempo. Pero eso, en última instancia, nos unió muchísimo más. Se creó un vínculo muy fuerte entre nosotros.

Esto continuó hasta que comenzó a dar clases de danza latina.

Tras salir de un trabajo donde me trataron mal, desahogándome con una amiga, ella me dijo: “Debes hacer algo único aquí, algo en lo que nadie pueda competir contigo: el baile. Eres bailarina y coreógrafa, hazlo”. Así fue como fundé una academia de danza, lo que me brindó estabilidad y libertad económica. A veces, en broma, le recuerdo a Omar: “Recuerda que la artista fui yo primero, no tú” (se ríe).

En la entrevista, Omar me mencionó que fue víctima de bullismo, que no siempre fue fácil.

Esta etapa ha sido muy fuerte. Ver a tu hijo sufrir no es nada fácil. Vivíamos en un lugar donde no había extranjeros y él era diferente. El único al que le gustaba bailar, cantar, que no jugaba al fútbol. Eso creaba una diferencia con los demás. Un día llegó llorando de la escuela y me dijo que no quería bailar más. Tenía unos 10 años. Había aparecido en la televisión y al día siguiente en la escuela experimentó bullying. Lo tomé de los brazos, lo sacudí y le hablé con firmeza para que reaccionara. Le dije que siguiera lo que realmente quería hacer en la vida. Le dije, “Si amas bailar y cantar, entonces lo seguiremos haciendo juntos. Nadie te va a quitar eso”.

¿Existe algún aspecto del éxito de su hijo que le genere preocupación?

No solo me considero la primera fan de Omar, sino también su principal crítica. Siempre comparto con él mi opinión sincera, señalando tanto sus aciertos como sus errores desde una perspectiva profesional. Asimismo, me esfuerzo por asegurar que mantenga un estilo de vida equilibrado, que incluya una alimentación adecuada y contacto frecuente con la naturaleza. Llevo varios años especializándome en epigenética y soy coach de salud y bienestar, roles que he desempeñado con Omar desde el principio. Constantemente le recuerdo la importancia de priorizar su salud mental por encima de todo.

¿Cómo llegó a apasionarse por la epigenética y ser coach de salud?

Mi mamá murió de cáncer a los 50 años. Estaba bien y, de repente, se enfermó. También mi tía y abuela murieron de cáncer. Así que, por miedo a enfermarme y por el deseo de vivir, de estar lo más tiempo posible en la vida de mi hijo, empecé a estudiar epigenética y nutrigenómica. Eso me hizo entender cómo los factores ambientales y el estilo de vida pueden activar o desactivar nuestros genes, lo que a su vez afecta nuestra salud y bienestar. Mi salud cambió radicalmente. Yo sufría de fuertes migrañas. Llegaba a tener dos crisis a la semana y, cambiando mis hábitos alimenticios, después de una semana ya estaba mejor. El secreto está en cuidar la salud de nuestro cerebro y de nuestro intestino, que no en vano lo llaman el segundo cerebro. Hoy, como coach holístico y de salud, acompaño a mis clientes a desarrollar hábitos de vida saludable y a mejorar su calidad de vida, a partir de su motivación intrínseca más profunda.

¿Y cuál es el proyecto que tiene a futuro?

A raíz de la serie Jóvenes Altezas, me han llegado miles de mensajes de gente de todas las edades, desde niños hasta adultos mayores. Me han compartido sus dolores más profundos, por no ser aceptados por lo que son, por su orientación sexual. Algunas de estas historias me han afectado tanto que he decidido dejar de leerlas, para cuidarme. Entonces, he soñado con una plataforma en línea donde, con un equipo de profesionales, podamos ofrecer acompañamiento a estas personas. La no aceptación de alguien por ser quien es, es algo tan absurdo que no debería existir. Debe haber respeto para cada ser humano, sin ser estigmatizado o señalado.

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